Suroeste – Geologia III

GEOLOGÍA DE LAS PROVINCIAS DE BARAHONA Y AZUA

Por D. Dale Condit y Clyde P. Ross

GEOLOGÍA (part 3)


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ESTRUCTURA GEOLÓGICA

El eje central escabroso de Santo Domingo se compone principalmente de rocas ígneas y metamórficas que es probable que sean las más viejas de la isla. Por los lados del norte y del sur estas rocas están cubiertas de sedimentos de la edad terciaria. Por lo tanto, considerada en conjunto, la isla, desde el punto de vista de la estructura, es un gran pliegue anticlinal en la cual hay muchas flexiones y fallas. Las principales sierras de montañas y valles intermedios que se hallan paralelos al eje de la isla, son bloques de falla que se han movido tanto hacia arriba como hacia abajo, o son resultado de pliegues, o han sido formadas por una combinación de fallas y plegaduras.

Las fallas de bloque constituyen el factor principal en el desarrollo de los anchurosos valles, como los de Enriquillo y Cibao, por ejemplo. El Valle del Cibao, que por el norte linda con la Cordillera Septentrional, es el mejor ejemplo conocido, siendo así que el anchuroso llano se compone de estratos miocenos que tienen una inclinación general hacia el norte y que empalman con los estratos fallados hacia arriba de la edad eocena y más antiguos, que forman la masa de montaña hacia el norte. Esta misma clase de fallas hay producido la Hoya de Enriquillo, y tal vez el Valle de San Juan. En todas partes de las Provincias de Barahona y Azua se ven fallas semejantes en menor escala, y pueden verse en cualquier valle cuya dirección es del norte al sur, donde la repetición de capas por medio de fallas constituyen cerros sucesivos formados de los afloramientos de bordes volteados.

No se ha pretendido mostrar las fallas en el mapa geológico, aunque se conocen muchas, porque ninguna de las cuales se siguó en toda su extensión. Las principales fallas se mencionan en la siguiente descripción de la geología del área.


GEOLOGÍA RELATIVA AL ÁREA

Rasgos Generales

La superficie de las Provincias de Azua y Barahona, según ya se ha explicado, se halla comprendida naturalmente en las cuatro áreas principales, a saber: (1) la Cordillera Central, compuesta principalmente de rocas metamórficas e ígneas; (2) los extensos valles del interior de la isla, que son compuestos de rocas frágiles de fácil desgaste, pero que, por lo general, tienen un origen de estructura más bien que de desgaste; (3) las sierras bajas de montañas, cuya mayoría se compone de caliza semicristalina y que alternan con los valles; (4) el llano costero, compuesto de capas que yacen de una manera plana, relativamente recientes, de caliza y otras rocas que traslapan los estratos más antiguos o plegados en la región costera y que se manifiestan en cascajos, arenas o caliza, en los bajíos topográficos del interior. En la lámina 16 se muestra la geología de algunas partes de las Provincias de Azua y Barahona.

La Cordillera Central

La Cordillera Central fue examinada a lo largo de los senderos transversales de las montañas que se extienden por Restauración y Constanza, siendo éstos los únicos caminos por los cuales puede viajarse hacia el norte hasta el Valle del Cibao. En la presente sólo se describen las partes situadas al sur de Restauración y Constanza. La lámina 16, A, muestra una vista de la Cordillera Central mirando hacia el sudoeste a través de la frontera de Haití, desde un lugar de la vereda de Bánica a Restauración, cerca de La Cruz, en la Provincia de Monte Cristi.

Las empinadas montañas al norte del Valle de San Juan se componen de una gran variedad de rocas, tanto ígneas como sedimentarias, compuestas, en parte, de diorita cuarzosa y rocas cristalinas relacionadas con ellas que han intercalado y metamorfoseado en un grado mayor o menor rocas cristalinas y sedimentarias más antiguas. Las colinas bajas tienen una capa anterior de caliza blanca finamente cristalina que aparece en crestones muy pronunciados que proyectan de una manera conspicua vistos de lejos en el valle. Sobre las capas sedimentarias y dioritas descansan y las cortan rocas volcánicas de varias clases que en obsequio de la conveniencia se denominan las primeras rocas volcánicas, que comprenden diques, lavas y volcanoclásticas por lo general de una variedad básica muy adelantadas en cuanto a la alteración hacia la serprentina. Además, hay las rocas volcánicas recientes de una composición andesítica que tira a basáltica, probablemente de la edad pleistocena. Éstas se encuentran aquí y allá en el valle, y también cubren pequeñas extensiones de terrenos en las montañas. Pueden distinguirse fácilmente de las primeras rocas volcánicas por su leve descomposición y su falta de deformidad.

El gran Valle de San Juan tiene por frontera por el norte un cerro notable de caliza de un color gris cristalina fosilífera que sirve de cara a unas montañas más encumbradas que hay frente a la población de San Juan, y desde allí se extiende hacia el oeste hasta Bánica a la manera de una estribación desde la masa o grupo de montañas principales, de 300 a 500 metros sobre la llanura circundante. La caliza es finamente cristalina y está muy atravesada por venitas de calcita conteniendo foraminíferos que no pueden determinarse.

Detrás del cerro de caliza, y tal vez en concordancia debajo de ella, hay una espesa serie de capas de arenisca pizarosa dura y arcilla pizarrosa y arenosa, que se extiende hacia el norte en una distancia de muchos kilómetros, y forma encumbradas montañas cerca de la frontera de la República de Haití. La dureza de estas capas es resultado del metamorfismo regional que parece ser cada vez más pronunciado hacia el norte. Las líneas de estratificación en la arcilla pizarroza se hallan obscurecidas en gran parte por una estructura de pizarra cuya dirección general es hacia el noroeste. En los afloramientos más hacia el norte las capas de pizarra se han convertido en filita, y las pocas capas de caliza se han convertido en mármol. Desde las cercanías de Guayajayuco hacia el sur, hasta la desembocadura del Río Joca, el Río Guayajayuco corre por un agudo cañón abierto en esta roca, que es una filita obscura intrincadamente atravesada por venitas blancas que se extienden en ángulos rectos respecto de la esquistosidad. Al pasar por este cañón, la vereda a lo largo del lado dominicano del río conduce por encima de una montaña que se inclina escarpadamente a una altura de unos 1,100 metros.

Se ignora la edad de esta serie de rocas sedimentarias, porque en ellas no se encontraron fósiles. Estas rocas, en cuanto a la litología, son semejantes a las capas arenosas que se vieron cerca de Baní, que probablemente son de la edad eocena. La alteración regional puede haber sido ocasionada por la intrusión de grandes masas de diorita cuarzosa que cubren una gran parte de la región al este de Restauración.

La vereda desde Constanza hacia el sur desciende por el costado escarpado de la Loma Higüela o Chingüela, cuya cúspide es probable que llegue a una altura de 1,500 metros sobre el nivel del mar, y sigue por el angosto desfiladero del Río del Medio, hacia abajo, hasta el Arroyo El Górbano, donde comienza a ascender la Loma La Fortuna, y sigue ascendiendo constantemente hasta una altura de unos 1,000 metros sobre el nivel del mar, más allá de la cual sigue la cresta ondulante de la montaña hasta Las Cañitas, caserío esparcido por el lado de la montaña a una altura aproximadamente de 1,000 metros sobre el nivel del mar.

En Las Cañitas se obtiene una magnífica vista de la gran masa de Monte Culo de Maco, que se levanta sobre el cañón del Río del Medio. Esta montaña, que, según se dice, es tan alta como la más famosa de Monte Tina, es probablemente una de las más altas de la isla. Por su extremidad septentrional desciende de una manera escarpada, pero su ladera meridional o sudoeste es uniforme y llana y, tal como se ve a una distancia, se asemeja a una falda de capas inclinadas. Puede verse desde el lado sudoeste de la Loma La Fortuna, a través de los valles del Río Yaque del Sur y Río de las Cuevas.

Más allá del vado del Río del Medio, en Limón, el sendero conduce a través de la Loma La Laguna, que tiene una altura de unos 950 metros sobre el nivel del mar, y desciende gradualmente hasta el Río de las Cuevas y sigue hacia abajo, por el lecho guijarroso del río, hasta Túbano.

Las montañas que hay entre Constanza y Las Cañitas se componen de un gran macizo de serpentinas. Sus faldas o laderas son escarpadas, pero exentas de precipicios, y pueden subirse con facilidad. En su mayor extensión están cubiertas de bosques de pino abiertos, y de una delgada alfombra de hierba. Cerca del pie de la Loma Las Cañitas, aproximadamente a una altura de 925 metros y unos 8 kilómetros de la aldea de Las Cañitas, una veta de cuarzo que contiene mineral de cobre corta la serpentina. El ancho de la veta es variable, pero en los puntos donde se ha visto no excede de 2 metros. Se reconocieron varios de los minerales de cobre comunes, incluso la chalcocita, chalcopirita y bornita, así como sus productos oxidados.

Aproximadamente 1 kilómetro más allá del afloramiento de esta veta, y unos 75 metros más abajo, una capa de caliza dura azul empalma contra la montaña de serpentina, de la cual es evidente que está separada mediante una falla. Es probable que esta capa sea una masa aislada de las calizas más antiguas, que en su mayoría son de la edad eocena, del cuerpo principal de las cuales se ha separado por fallas de bloque, pero como quiera que no se encuentran fósiles en ella todavía hay duda acerca de la edad de la capa. Al lado de la vereda, más hacia abajo, se encontraron fragmentos de brecha de caliza, y en La Madre Vieja, manantial situado aproximadamente 1 kilómetro más allá del afloramiento de caliza, también se encontraron guijarros redondeados de conglomerado.

El lado septentrional de la base de la Loma La Laguna lo forman rocas rojas macizas que se desmenuzan en astillas y que contienen trozos semejantes a guijas, pero más arriba se encuentran grandes cantos de conglomerado macizo compuestos de muchas variedades de rocas ígneas y fragmentos menos abundantes de caliza. En la cúspide de la montaña hay un conglomerado de caliza azul macizo que contiene grandes guijarros de caliza silícea de un color gris.

El risco escarpado del Río de las Cuevas, donde la vereda Constanza lo encuentra, se compone de un conglomerado muy tosco con cemento calcáreo. Se compone principalmente de guijarros de rocas ígneas, especialmente de andesita gris, pero también contiene guijarros redondeados por viajar de conglomerado de caliza semejante al que hay en la cúspide de la Loma La Laguna. Es evidente que en esta región existen conglomerados de dos edades, y que la caliza es más vieja que ambos. El conglomerado que se encuentra en el río parece inclinarse 18° al norte, pero sus caras de estratificación no pueden determinarse con claridad.


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