Suroeste – Geografía III

GEOGRAFÍA (parte 3)


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POBLACIONES Y ALDEAS

No existen cifras exactas que muestran la población de las Provincias de Barahona y Azua. La mayor parte de los habitantes viven en poblaciones y aldeas a lo largo de los principales ríos o cerca de manantiales, siendo así que una gran parte del interior de la isla carece de abastecimiento de agua y, por lo tanto, no está habitada. Muchos de los lugares mencionados en los mapas se refieren a distritos agrícolas esparcidos en varios kilómetros cuadrados de terrenos fértiles en los aluviones de los ríos o cerca de manantiales que se usan para los fines del riego. Algunos de estos caseríos no contienen más de dos o tres chozas, en tanto que otros son aldeas donde hay varios centenares de hogares. Algunos de los terrenos más propicios para los fines de la agricultura se encuentran en las laderas de las montañas donde la caída de agua por lo general es suficiente para llevar a cabo el cultivo de los terrenos sin necesidad de riego.

Azua, centro de una gran industria azucarera, es la población principal en aquella región e indudablemente la más progresista. Sus habitantes ascienden a unos 3,000, y está circundada de una región espesamente poblada. La población la han construido en un anchuroso llano que se extiende desde la Loma El Número, por el este, hasta la vertiente del Yaque, por el oeste. Esta población se halla unos 80 metros sobre el nivel del mar, y poco más de 5 kilómetros de la costa. Unos 15 kilómetros al suroeste de Azua se encuentra Puerto Viejo, cerca del cual están las ruinas de la antigua población de Azua, que se dice fue destruida por un terremoto hace unos 200 años. Al sur de Azua están los ingenios Azuano y Ansonia, que por el este se comunican con el puerto mediante ferrocarriles de vía estrecha.

San Juan, población de unos 2,000 habitantes, está situada en la parte central del fértil Valle de San Juan, aproximadamente 75 kilómetros al noroeste de Azua. En este lugar se cambian frijoles, arroz, tabaco y otros productos del país por mercancías extranjeras. Las Matas y Comendador, poblaciones más pequeñas situadas más hacia el oeste, se hallan también en el Valle de San Juan, que tan pronto como se establezca la debida comunicación con la costa mediante buenos caminos, llegará a ser sumamente productivo.

Barahona, capital de la provincia de su nombre, apenas puede considerarse más de una aldea. Está situada en el lado occidental de la Bahía de Neiba. Los vapores marítimos de poco calado pueden atracar al muelle, pero los únicos buques que atracan realmente con regularidad, son los de vela que llevan afuera grandes cantidades de café, así como de guayacán, caobas y otras maderas de construcción. Será necesario efectuar grandes mejoras en este puerto para que en él puedan entrar vapores de gran calado.

A lo largo del Río Yaque, al norte de Barahona, hay una población considerable que se consagra a las faenas agrícolas. Cabral, Peñón, Hatico y Alpargatal son las aldeas principales. Empleando el riego de una manera primitiva los habitantes han cultivado una gran parte del fondo del valle. En esta misma región se encuentra el sitio del gran proyecto de riego de la Compañía Barahona, que se propone establecer uno de los ingenios de azúcar más grande del mundo.

La hoya que comprende el Lago Enriquillo, aunque es semiárida y tiene un suelo salino, está circundada de montañas a lo largo de cuyas bases brotan grandes manantiales que se utilizan para el riego y que constituyen los centros de varios distritos agrícolas. Las principales aldeas son Neiba, que tiene de 600 a 700 habitantes, y Duvergé, que tiene cerca de 1,500. Además, hay otras aldeas cada una de las cuales contienen algunos centenares de habitantes. También hay algunas aldeas esparcidas por los valles de la Sierra Bahoruco. Puerto Escondido, por ejemplo, es un pueblo que goza de mucha prosperidad, cuyos habitantes se dedican a la agricultura y que tiene más de 500 habitantes.

Casi todo el pueblo hace una vida primitiva. Se ocupan sobre todo en las faenas agrícolas, que llevan a cabo de una intermitente y según lo permitan las circunstancias. Conocen muy poco los modernos aperos y maquinarias agrícolas, ni su uso, pero son inteligentes por naturaleza y muy pronto aprenden cuando se procura enseñarlos. Las promesas acerca del establecimiento de un gobierno estable han estimulado poderosamente al pueblo a aumentar sus esfuerzos, como lo demuestra el notable ensanche del área cultivada y el aumento de la ganadería. Bajo el antiguo régimen apenas se estimulaba la industria, siendo así que el agricultor esta a merced de los bandidos y revolucionarios.

Aunque se echa de ver el efecto de la mezcla con los habitantes negros de la frontera haitiana, los rasgos de una gran proporción de los habitantes de las Provincias de Azua y Barahona sugieren su estirpe india con una mezcla de la raza española. Muchos de los personajes de influencia en las poblaciones más importantes son de origen español.

Estas provincias fronterizas han llegado a adquirir la reputación de ser desordenadas y enemigas de los extranjeros, lo cual hizo difícil, si no peligroso, viajar por ellas, pero, sin embargo, nuestra expedición no tropezó con esos inconvenientes ni notó nada absolutamente que indicara enemistad, habiendo sido tratada siempre de la manera más cortés y encontrado generosa hospitalidad en todas partes.

CAMINOS Y VÍAS DE COMUNICACIÓN

El largo total de las carreteras hasta ahora construidos en las dos provincias asciende a unos 30 kilómetros, todos los cuales se encuentran cerca de Azua. Hay un excelente camino de cascajo que conduce al noroeste desde Azua, en una distancia de 22 kilómetros. A una distancia de 15 kilómetros el camino que conduce a San Juan se bifurca hacia la izquierda. En la época de la sequía, cuando el Río Yaque está muy bajo, pueden usarse automóviles ligeros para viajar de Azua a San Juan, o sea una distancia de unos 75 kilómetros, y también hasta Las Matas, unos 12 kilómetros más allá. Además, recorren el camino de Azua hacia el este hasta la ciudad capital, cuando las condiciones son favorables, pero durante la estación de las lluvias este camino sólo puede transitarse con alguna dificultad, aun a caballo.

Los vehículos pueden ir de Barahona hacia el norte hasta Cabral, y de allí hacia el oeste por Las Salinas hasta Neiba y Barbacoa, por la ribera del norte del Lago Enriquillo, y hasta Duvergé, por la ribera del sur. La distancia de Barahona a Neiba es de unos 55 kilómetros, y a Duvergé un poco menos. También se ha abierto un camino carretero desde Cabral hacia el norte hasta las cercanías de Jobo, y desde allí hacia el oeste. En Barahona en la estación de la sequía pueden alquilarse automóviles para viajar por todos estos caminos. Aunque las condiciones naturales del terreno favorecen la construcción de excelentes caminos, son muy pocos los que existen que merezcan ese calificativo, puesto que son meramente veredas cubiertas de rocas y troncos.

Los viajeros van por tierra desde Barahona a Azua a caballo, por lo general hacia arriba del Río Yaque hasta Quita Coraza, y desde allí hacia el nordeste arroyo arriba y atraviesan una vertiente baja hasta el camino de Azua a San Juan, en un punto unos 10 kilómetros de Azua. Una vereda conduce hacia el sur desde Barahona a lo largo de la costa llena de precipicios y roqueña hasta Paradís y Enriquillo. Otro sendero conduce desde Duvergé hacia el sur, por Puerto Escondido, hasta Pedernales, en tanto que otro conduce desde Neiba hacia el norte hasta San Juan. Tanto a lo largo de la ribera del norte como de la del sur del Lago Enriquillo, hay veredas que conducen a la frontera haitiana, siendo la de la ribera del sur la que los viajeros usan con mayor frecuencia. Desde la Provincia de Azua hacia el norte, a través de las Cordilleras, sólo hay dos caminos prácticos o transitables, a saber, uno por Túbano y Constanza, y el otro desde Las Matas a Bánica, y desde allí por terrenos escabrosos por el lado oriental del Río Guayajayuco hasta Restauración. Sin embargo, desde Bánica hacia el norte, puede obtenerse una vía más fácil atravesando el río y pasando por la extremidad oriental de la República de Haití.

CLIMA Y VEGETACIÓN

La impresión general que producen las relaciones que hacen los viajeros, es que una gran parte de las Provincias de Barahona y Azua se compone de eriales o desiertos desprovistos casi enteramente de caída de agua. Esto dista mucho de la verdad, toda vez que ninguna parte de esta región merece semejante calificativo. En todas las partes de las provincias llueve tanto que el suelo se encuentra cubierto de una densa vegetación de mesquita, guayacán y otros arbolitos. El cacto arborescente sólo abunda en ciertas localidades. En las extensiones de terrenos donde la vegetación es escasa, como, por ejemplo, en las cercanías del Lago Enriquillo, la infecundidad la produce la calidad salada del suelo más bien que la falta de lluvias. Dentro de 3 kilómetros hacia el norte de Azua se cultivan lozanas huertas sin la ayuda del riego.

No existen a mano cifras que muestren la caída de agua durante un largo período de tiempo, pero las exactas observaciones que ha hecho la Compañía Barahona durante varios años en algunos lugares a lo largo del valle bajo del Yaque y cerca del mismo, indican una caída de agua de más de 50 centímetros al año en cada punto. La cantidad mínima de caída de agua se anotó en Las Salinas, donde el promedio durante los dos últimos años fue de 53 centímetros. En Palo Alto el promedio durante cuatro años fue 94 centímetros, en tanto que en Barahona fue de unos 106 centímetros. La mayor parte de la precipitación en Barahona acontece dentro de dos estaciones de lluvias, es decir, una desde abril hasta mediados de junio y la otra desde fines de septiembre hasta casi fines de octubre. La precipitación cerca de Azua es variable, pero se sabe que al pie de las montañas asciende a unos 76 centímetros, y en el llano adyacente resulta un tanto menor. La apariencia más o menos árida de gran parte de esa región parece que se debe al hecho de que la mayor parte de la caída de agua se efectúa a torrentes durante una estación de lluvias muy corta, y tan rápida es dicha caída, que no empapa ni penetra bien en el suelo. En Palo Alto se anotó una caída de 20 centímetros durante un período de unas cuantas horas.

Las faldas o laderas de las montañas casi en todas partes parecen recibir una caída de agua mucho mayor que los llanos adyacentes a ellas y, por lo tanto, están más cubiertas de lozanos bosques. Este cambio resulta notable tan pronto como se asciende unos cuantos centenares de metros. Sin embargo, las diferentes vistas de las mismas montañas acaso no estén dotadas de igual manera, puesto que por lo general las nubes proceden del nordeste y pierden una gran cantidad de su humedad en las laderas del mismo lado.

La vegetación en los llanos costeros y en las bajas colinas del interior en la región más árida de ambas provincias, se compone principalmente de cambrón y de palo de campeche, junto con guayacán. El cacto comprende grandes árboles con muchas ramas del tipo Cereus denominado cayuca y un nopal, taina; y una guazabara baja con ramas que proporcionan muchas molestias cubre la mayor parte del terreno y resguarda del ganado los esparcidos grupos de hierba. En las húmedas abras de los ríos se encuentran otros muchos árboles, algunos de los cuales, como la ceiba, por ejemplo, llegan a una gran altura. Además, abundan el almácigo, mora y otros árboles que son más o menos valiosos para la exportación. La caoba es una de las maderas más comunes en el país y se usa mucho en la construcción de edificios y para leña. Por lo general, crece en las colinas en terrenos calizos. En muchas de las montañas más altas abundan los pinos, que por lo general tienen el tamaño de un poste de telégrafo, pero en algunos sitios se encuentran árboles que tienen desde 60 hasta 80 centímetros de diámetro. La madera que produce el pino es de inferior calidad, contiene mucha resina y es tan pesada que flota con bastante dificultad. Dícese que cuando se coloca en los ríos para arrastrarla, las trozas absorben el agua y poco tiempo después se hunden.

PRODUCTOS

En las tierras altas cerca de Barahona, se cultiva un café de excelente calidad. El arroz crece en las faldas de las montañas y se produce casi lo suficiente para satisfacer las necesidades de las dos provincias. El tabaco constituye uno de los productos regulares y se embarca en grandes cantidades. Los frijoles se consechan en los valles de las montañas al norte del Lago Enriquillo, y se dice que en un año se han vendido 1,000,000 de libras sólo de aquel distrito. En todos los distritos rurales se cultivan mucho los bananos, plátanos, ñame y yuca, que constituyen las substancias alimenticias de la clase pobre. Las condiciones políticas normales que han prevalecido en estos últimos años han estimulado notablemente la ganadería. En todos los ámbitos de la República la Provincia de Azua goza de merecida fama por los excelentes mulos que produce, y aunque son de poca alzada si se comparan con los que se crían en los Estados Unidos, siendo así que son muy contados los que tienen más de 14 palmos de alzada, son muy resistentes y, considerados en conjunto, más dóciles. No existe la caza mayor, siendo así que el animal más grande nativo de la isla no es mayor que la marmota de los Estados Unidos. En todos los poblados abundan mucho los cerdos y cabras, y en las montañas vagan los cerdos silvestres que se han fugado de las crías domésticas.

Muchos de los habitantes se ocupan en el corte y tiro de la caoba, el guayacán, la mora, el palo de campechee y otras maderas valiosas para la exportación, pero sus esfuerzos se limitan principalmente a la madera de poco tamaño e inferior calidad, por el hecho de que apenas hay caminos para conducir la madera pesada a los puertos para la exportación.


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